MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
La Sociedad Civil, en tanto “es inherente e indispensable para que haya y se mantenga la democracia”, debe ir pensando seriamente en enfilar todos sus recursos hacia la Junta Central Electoral (JCE).
En esa dirección, debido a las circunstancias actuales, están convocados sobre todo, los apéndices abanderados en la lucha por instaurar en esta nación, la institucionalidad democrática con justicia y transparencia que reclama la familia dominicana.
La sugerencia no obedece a ningún ánimo político partidarista; pero no tengo un ápice de esperanza de que así lo entienda el recalcitrante sector conservador que hace ya mucho tiempo viene acogotando el devenir de la República. La medular mala fe, ancestralmente coherente que lo caracteriza, no le permite ver más allá de la nariz.
El que observa con ojo acucioso las fallidas tácticas del equipo de campaña del presidente reeleccionista, Danilo Medina “ipso facto” se da cuenta de que su estrategia es la misma que utilizó el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) cuando el candidato era Leonel Fernández.
Sólo que en éstas el cerebro fue el inefable francomacorisano del gacetazo/1978; y para aquellas, es decir, los comicios de 2012 y los venideros del 15 de mayo, quien pone sus manos en la obra y hasta extrapola los lemas del plan proselitista de Luiz Inacio Lula Da Silva y de Dilma Rousseff en Brasil, es el tramposo internacional, Joao Santana. Sujeto santo de la devoción de Danilo Medina a quien “habrá que callar” para que no cante.
Aunque uno se resista a creerlo, lo cierto es que con la excepción del proceso electoral de 1996, debido al llamado Pacto Patriótico que orquestara el doctor Marino Vinicio (Vincho) Castillo Rodríguez, los supuestos triunfos del partido gobernante siempre han sido frutos del fraude en las instancias superiores del sistema electoral.
Por más que el presidente de la JCE pontifique arguyendo diafanidad y transparencia en el proceso, el fraude es una realidad, y es en la Junta Central Electoral que pretenden cristalizarlo. Maña vieja es perversidad, no costumbre…